sábado, 27 de diciembre de 2008

DOCUMENTO: SOBRE LA NARRACIÓN ORAL ESCÉNICA / CLAVES MÁGICAS DE FRANCISCO GARZÓN CÉSPEDES

FERNANDO RODRÍGUEZ SOSA (Cuba).
Discurso.
CIINOE. ciinoe@hotmail.com
Se autoriza la difusión sin fines comerciales por cualquier medio.
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SOBRE LA NARRACIÓN ORAL ESCÉNICA / CLAVES MÁGICAS DE FRANCISCO GARZÓN CÉSPEDES
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Recuerdo ahora que hace casi veinte años, cada domingo al filo del mediodía, en un claro del monte a varios kilómetros del centro de la capital, se reunían un poeta y una trovadora, en la Peña de Los Juglares del Parque Lenin, para, junto a amigos ya conocidos y a otros por conocer, contar y cantar a la verdad, al amor y a la esperanza. Nunca me hubiera podido imaginar entonces que, mucho tiempo después, se publicaría un libro que recoge la experiencia iniciada en esa época, y enriquecida a lo largo de estas décadas, por el principal animador de aquellos hermosos encuentros.

De lo que sí estaba seguro en ese lejano año 1975 era de que allí, bajo la sombra de las yagrumas y saludado por el canto de los sinsontes, se gestaba un inusual movimiento cultural, que, más tarde o más temprano, vendría a revolucionar el antiguo arte de narrar. Y tenía tal certeza por dos poderosas razones. La primera, pues era fácil advertir cómo el obrero y el pintor, el maestro y el escritor, el ingeniero y el bailarín, quedaban como hechizados ante el misterio de la palabra. La segunda, quizás la más importante, pues ya conocía del talento, la audacia y el tesón de Francisco Garzón Céspedes.

Porque nadie se llame a engaño: el Movimiento Iberoamericano de Narración Oral Escénica y su Cátedra Iberoamericana Itinerante, que hoy son una realidad, pudieron nacer, llegar hasta aquí y avanzar hacia el mañana, gracias al talento, la audacia y el tesón de este hombre que ha sabido vencer montañas y fundar sueños.

Periodista, poeta, hombre de teatro, actor, editor, investigador, con más de una veintena de libros publicados, Garzón Céspedes, como los juglares medievales, ha ido por plazas y escenarios, primero de gran parte de esta América nuestra y después de la Península Ibérica, para contar cuentos, ofrecer talleres y seminarios, organizar muestras y festivales, agrupar a quienes quisieran seguirlo y poder así conformar un movimiento de sólido prestigio internacional.

Lo mismo en Ciudad México que en Caracas, en La Habana que en Madrid, él ha luchado por rescatar y enaltecer un ejercicio poético presente en todas las culturas, acto de ensoñación, de lealtad, de belleza, de transparencia... No ha olvidado, para lograrlo, la huella dejada por el chamán americano y el griot africano, como tampoco la acción de hoy del cuentero comunitario y del narrador de la corriente escandinava. Con las enseñanzas de todos, y a partir de sus propias observaciones y su práctica, ha podido concluir que la narración oral es, en esencia, (oral) escénica. Opinión que, indudablemente, ha venido a cambiar, de manera sustancial, el enfoque que, hasta ahora, se le daba a tan milenario arte.

A su magisterio se han unido hombres y mujeres de las más diversas profesiones y oficios. Se ha integrado, de esta forma, un Movimiento Iberoamericano, con representaciones nacionales en varios de los países del área, con un programa de actuaciones y hasta con la concesión anual del Premio Chamán –en distintas categorías– a sus más destacados exponentes. Se han agrupado, así, médicos, antropólogos, actores, profesores..., para quienes contar, más que un placer, es una necesidad de comunicación. De ahí que ellos cuenten sus propias historias, o las historias ajenas, con el afán, en última instancia, de salvar, en los albores de un nuevo siglo, el casi perdido don de la oralidad del ser humano.

Una de las más fehacientes pruebas de la validez de las teorías de Garzón Céspedes es El arte (oral) escénico de contar cuentos, publicado, en 1991, por la madrileña editorial Frakson, en su colección La Biblioteca Encantada de Juan Tamariz, con prólogo del propio Tamariz.

No cometeré la torpeza, por supuesto, de descubrirles íntegramente el contenido de esta obra. En parte, porque ello sería como develar públicamente un secreto y, en parte también, porque –tal y como anuncia su propio autor– "este es un libro de claves mágicas. Unas descifradas. Otras por descifrar". Sí quisiera, sin embargo, anotar aquello que me parece de insoslayable conocimiento para el lector que llegue al encuentro de este volumen.

Todo lo hallará en este libro quien se interese por aprender, y aprehender, acerca de la narración oral escénica. Dividido en seis secciones, la primera de ellas se dedica a estudiarla a profundidad. Se parte, en principio, de señalar las múltiples definiciones que pueden existir de la narración oral –cito la primera consignada en el texto: "la narración oral es una conducta expresiva (expresivo comunicadora) del ser humano transformada en arte, que tiene su origen en la necesidad humana de dialogar, en la práctica tan cercana de la conversación y en el ámbito íntimo que la propicia y que la define"–, para después pasar a explicar, y fundamentar, el nacimiento y las características de un nuevo arte. Porque, como argumenta Garzón Céspedes: “Que toda la narración oral no es escénica, y de allí la necesidad de añadir este término en los últimos años a nuestro Movimiento, también resulta evidente, aunque elementos escénicos puedan estar en todo acto narrativo oral, no así una conciencia, una intención, una preparación, una práctica y una maestría (oral) escénica –mucho menos definidas como tales.”

El lector podrá conocer, en este primer capítulo, desde las diferencias entre la narración oral escénica y el teatro hasta la técnica que alguien debe emplear para utilizar esta forma expresivo-comunicacional. Sin dudas, en estas páginas iniciales late el corazón del volumen. Toda la fundamentación teórico-práctica presentada resulta de imprescindible conocimiento no sólo para el narrador oral sino, incluso, para el público potencial. Porque, como reza uno de los principios de este arte, "el narrador oral narra con el público y no para el público", pues “convoca al público como interlocutor, tanto porque el público debe imaginar el cuento dándole vida en su interior a personajes y situaciones que les son sugeridos, pero que debe completar; tanto porque sus respuestas verbales, vocales y no verbales forman parte de la totalidad del proceso, como porque serán percibidas, valoradas e incorporadas al resultado por el narrador. El público es influido, pero influye esencialmente.”

Se equivoca quien piense que sólo se podrá buscar en esta obra los consejos técnicos necesarios sobre la narración oral escénica. También se han incluido otros materiales que permiten ampliar la visión del asunto objeto de estudio.

Bajo el título "Conversaciones", por ejemplo, se antologan varias entrevistas –algunas inéditas– realizadas a Garzón Céspedes en la última década, las cuales sirven para entender, como un proceso en evolución, sus ideas sobre el tema.

Asimismo, se incluyen documentos relacionados con la historia del movimiento –entre ellos la sustentación de la Cátedra Iberoamericana Itinerante de Narración Oral Escénica–, cartas y testimonios que acreditan su alcance y hasta textos de ficción.

De estos últimos, transcribo el cuento hiperbreve "La confianza", por lo breve pero ingenioso de su mensaje poético:

“Cuando al narrador oral, a golpes de la vida, que no del oficio, comenzó a faltarle la confianza, murió de posibles.”

Esta obra es uno y muchos libros a la vez, como una y muchas a la vez son las enseñanzas que atesoran sus páginas. Así lo asegura el mago Juan Tamariz, en uno de los dos pequeños "prologuillos" que anteceden el texto, al afirmar que es "autobiográfico a veces, de aventuras continuamente, teórico y analítico las más, histórico en su conjunto, y de ficción en sus últimos capítulos". De ahí que, concluye, “cualquiera que se interese por una aventura personal extraordinaria, o por las artes escénicas, o por la magia de los cuentos, o por la poesía, la ternura y el amor, hará bien en respirar hondo (...) para zambullirse de lleno en el mundo nuevo, que nos trae este poeta cubano (del nuevo mundo), en los entresijos del nuevo Arte de la Narración (Oral) Escénica de Cuentos.

Los seguidores de la narración oral escénica pueden consultar otros dos libros referidos a la temática. Uno, Los juglares y la peña del amor de todos (Editorial Orbe, La Habana, 1979), selección de artículos y ensayos de varios autores, quienes recrean la experiencia de Garzón Céspedes en el Parque Lenin hace diecisiete años, génesis del actual Movimiento Iberoamericano. El otro, Cuentos que cuento en la Peña (Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 1988), antología realizada por el propio creador y dedicada a presentar un muestrario de las narraciones incorporadas a su repertorio en las últimas décadas. Ambos, junto a El arte (oral) escénico de contar cuentos, constituyen una fuente obligada de referencia, tanto para el narrador oral como para quien quiera conocer el hechizo de este arte.

"Un libro –escribió José Martí–, aunque sea de mente ajena, parece cosa como nacida de uno mismo, y se siente uno como mejorado y agrandado con cada libro nuevo". Palabras sabias, que bien sirven para caracterizar esta obra. Los invito, pues, a leer El arte (oral) escénico de contar cuentos, síntesis de la sabiduría y la experiencia de quien ha rescatado, renovado y enriquecido el antiguo arte de narrar. Un libro, se los aseguro, que no los defraudará. En buena medida, porque tal parece, y permítanme citar otra vez al Héroe Nacional cubano, que en sus páginas lleva acuñado el corazón de su autor, el grande y generoso corazón de Francisco Garzón Céspedes.
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Palabras de Fernando Rodríguez Sosa, crítico y periodista, para presentar el libro de Francisco Garzón Céspedes “El arte (oral) escénico de contar cuentos” pronunciadas el 7 de marzo de 1992 en la Sala “Antonin Artaud” del Gran Teatro de La Habana, Cuba.
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martes, 9 de diciembre de 2008

DOCUMENTO: CONTAR ES SER

FRANCISCO GARZÓN CÉSPEDES (Cuba/España)
Discurso.
CIINOE. ciinoe@hotmail.com
Se autoriza la difusión sin fines comerciales por cualquier medio.
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CONTAR ES SER
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Contar es comunicación.
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Contar con todos es ser en la comunicación con los otros. Ser como uno es con uno mismo, compartir lo mejor de uno mismo.
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Contar es acto de amor colectivo.
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Decían ya hace siglos los primeros: Lo más importante es ser.
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Y esa sola palabra define el sentido de la vida. Tal es su verdad. Tal es su fuerza.
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Y qué difícil es ser. Qué batalla contra nuestros propios temores, contra nuestras propias barreras, contra nuestras incapacidades. Y contra los errores, prejuicios, fronteras y miedos de los otros.
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Tan difícil como ser, resulta el darse a cada momento como uno es.
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Cuánto dejamos de compartir por no ser capaces de decir: Así somos.
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Cuánto dejamos de compartir por no arriesgarnos al rechazo o a la incomunicación. Cuando la mayor incomunicación es la de no mostrarnos tal como somos, la de no saber si podemos reconocernos en quien nos acompaña; e incluso, la de no exigir ser aceptados como somos y a la vez aceptar a los demás como son -siempre que su modo de ser no signifique estar en las filas de la reacción y la muerte.
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Todo acto de amor es limpia vida. Toda comunicación amorosa reafirma el universo.
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Cómo se puede creer en el acto de contar, si uno no cree en el ser humano.
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Cómo se puede creer en el ser humano, si no se cree primero en uno mismo. Si uno no se fortalece en su relación con los otros y si uno no es capaz de encontrar entre los otros la generosidad y la confianza, el amor y la entrega, que, desde uno, se reconoce en aquellos que en idéntica reafirmación y búsqueda, construyen. No en estado de gracia, sino en toma de conciencia. No en la perfección del espejismo, sino en la imperfección que lucha por ser mejor y por mejorar, humilde pero esforzadamente, el mundo.
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Me duele la desconfianza porque muchas veces es inseguridad de quienes me rodean. O desconocimiento. Me entristece el egoísmo, y la mezquindad, porque muchas veces son desgarramiento y sobrevivencia en quienes los proyectan.
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No conozco casi otro sentimiento tan terrible como la conmiseración. Y sin embargo, a veces para no odiar, para comprender, para tocar fondo, termino siendo conmiserativo. Sobre todo si creo que existe una mínima esperanza de transformación en ese ser humano que me despierta conmiseración. Hablo de los que crecen menos, de los que necesitan ascender hacia la verdad, que es vida compartida y es batalla por crear desde el amor. Por contar desde el amor.
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Somos responsables por todo.
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La narración oral es transparente.
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Palabras de Francisco Garzón Céspedes, de 1981, reescritas en 1990, y leídas en la Inauguración del Cuarto Encuentro Teórico Iberoamericano de Narración Oral Escénica, España, 1992.
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sábado, 8 de noviembre de 2008

DOCUMENTOS: PRÓLOGOS DE JUAN TAMARIZ AL LIBRO EL ARTE (ORAL) ESCÉNICO DE CONTAR CUENTOS

PRÓLOGOS DE JUAN TAMARIZ
A LA EDICIÓN DEL LIBRO
DE FRANCISCO GARZÓN CÉSPEDES
EL ARTE (ORAL) ESCÉNICO DE CONTAR CUENTOS
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DEL HOMBRE
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Érase una vez un cuento que contenía todos los cuentos. Y todas las magias. Porque quien lo contaba, y al contarlo, irradiaba magia sin cuento.
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Cuentan, y no paran de contar, de este hombre que narra cuentos llenos de poesía, los cuentos y él, llenos de ternura, él y los cuentos, absolutamente mágicos, los cuentos, los oyentes y él.
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Fue hace mucho tiempo, cuando le encontré encaramado a un escenario, allá en las altas montañas de los Andes, en Bogotá, enfrentándose a la hermosa y difícil tarea de convertir un público que iba a reírse con chistes en un público que pudiese gozar con sus poéticos cuentos.
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¡Y cómo lo transformó!...
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¡Plis...! ;Plan...! y ya está.
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Aquellos hombres y mujeres que tan sólo momentos antes reían con los chistes más o menos subidos de tono de los cómicos, se emocionaban con los cuentos de amor y de humor de aquél hombre vestidito de negro, tímido y tierno, tan solito él en aquél escenario tan frío y gigantesco.
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Pues no habían pasado más que escasos minutos y aquellos hombres y mujeres aplaudían entusiasmados a aquél hombre todo vestido de negro, tímido y tierno, tan gigantesco y cálido, en aquél escenario mágico lleno, llenísimo ahora, de los personajes de sus cuentos: el matemático, y el mago, y el político, y el campesino, y tantos y tantos otros...
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Porque gracias a lo que emanaba de su persona, gracias a la magia de sus palabras, gracias al arte bellísimo con que narraba sobre aquella escena, Francisco Garzón Céspedes, poeta y amante, había realizado la transformación de todos nosotros y de nuestro estado de percepción; nos había hecho entrar en sus cuentos, nos había emocionado, nos había provocado a pensar, nos había encantado y encuentado.
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Y colorín colorado este prólogo se ha acabado.
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DEL ARTE
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La narración oral escénica de cuentos es un arte nuevo de remotísimos orígenes. Es una de las artes escénicas, hermana del teatro, del mimo, y, naturalmente, de la magia.
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Decía el mago Robert Houdin, el célebre mago francés del siglo XIX que un mago es un actor que representa el papel de brujo, y así ha sido repetido por teóricos de la magia escénica y magos en general. Pero ésta es una frase con trampa (nada raro proviniendo de un mago). Un mago tan sólo es un actor que representa el papel de brujo cuando está representando algún sketch u obra dramática, solo o con otros actores; pero no, evidentemente, cuando se dirige al público como interlocutor, sin cuarta pared, sin guión previo escrita, variando su charla de acuerdo con las intervenciones del público, haciendo participar activamente a los espectadores en sus juegos, haciéndoles subir al escenario, o bajando él mismo al patio de butacas, modificando el juego de magia que está presentando según las reacciones del público y, sobre todo, no representando ningún papel ajeno, sino simplemente hablando y siendo él mismo, con su propia personalidad, edad, carácter, etc...
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Y así pasa con el narrador oral escénico de cuentos, como Francisco Garzón analiza de forma magistral en uno de los capítulos de este fundamental tratado sobre el nuevo arte. Fundamental por su importancia; y fundamental porque es el propio Garzón el fundador de este arte.
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Este libro es muchas cosas a la vez: autobiográfico a veces; de aventuras continuamente; teórico y analítico las más e histórico en su conjunto.
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Cualquiera que se interese por una aventura personal extraordinaria, o por las artes escénicas, o por la magia de los cuentos, o por la poesía, la ternura o el amor, hará bien en respirar hondo tras la lectura de éste a modo de prólogo en dos partes, ya bastante más largo de lo que yo quería, para zambullirse de lleno en el mundo nuevo, que nos trae este poeta cubano (del nuevo mundo), en los entresijos del nuevo Arte de la Narración Oral Escénica de Cuentos.
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Porque, os cuento:
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“Érase que se era...”
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Y se abre el telón.
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* El arte (oral) escénico de contar cuentos, Francisco Garzón Céspedes, Editorial Frakson, Madrid, España, 1991. Estos prólogos de Juan Tamariz (España), mago y teórico de la magia, fueron incluidos igualmente en la edición en árabe del Ministerio de Cultura de Egipto, 1996; y en Teoría y técnica de la narración oral escénica, Francisco Garzón Céspedes, Ediciones Laura Avilés, Madrid, España, 1995. Garzón Céspedes y Juan Tamariz compartieron en 1988 escenarios y estudios de televisión durante el Festival Internacional del Humor de la Productora Caracol (la más poderosa de Colombia, un Festival con cinco programas de dos horas en sábados y horario estelar, donde cada artista se presentaba en cuatro programas y durante veinticinco minutos cada vez, y lo hacía para catorce millones de espectadores televisivos; un evento además estructurado por una extensa gira por los teatros y los centros internacionales de convenciones más grandes e importantes del país, varios que sumaban a la vez hasta tres mil personas como público). Garzón Céspedes, aunque siempre eligiéndolo por excepción, ya para entonces había estado siempre con éxito numerosas veces en la televisión en Cuba, Venezuela, la propia Colombia, Nicaragua, México, Costa Rica, entre otros países, además de ser filmado por cineastas de diversas nacionalidades de Canadá a Costa Rica, pasando por varios europeos. En España, a partir de 1989, Garzón Céspedes y Juan Tamariz volvieron a compartir experiencias, propiciando éste la presencia de Garzón en diversas emisiones televisivas, en especial en seis ediciones del muy influyente Cajón de Sastre de TVE1.
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viernes, 17 de octubre de 2008

DOCUMENTO: SIGNIFICAN LOS NARRADORES ORALES ESCÉNICOS UNA RENOVACIÓN DEL ARTE DE NARRAR

LUIS MOLINA LÓPEZ (España)
Discurso.
CIINOE. ciinoe@hotmail.com
Se autoriza la difusión sin fines comerciales por cualquier medio.
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SIGNIFICAN LOS NARRADORES ORALES ESCÉNICOS
UNA RENOVACIÓN DEL ARTE DE NARRAR

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El Primer Festival Iberoamericano de NOE, que hoy inauguramos, es, como su lema indica, un acto de confianza. Profunda confianza en este antiguo arte, a la vez tan contemporáneo y urgente.
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Confianza en nosotros todos, en los que cuentan a viva voz y gesto, en los que lo investigan y en los que lo organizamos. Confianza en los cuentos elegidos para compartirlos. Y confianza sobre todo en el público. Porque el público de los cuentos es de lo mejor de nuestros pueblos: de lo más creativo y amoroso.
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Se trata de que, como dijo el poeta: “Contar es compartir la confianza”. Y de que “La sensibilidad y criterios que no compartimos, no nos pertenecen”. Quien cuenta lo hace desde su manera de entender el mundo, no para imponerla, sino para compartirla en el encuentro con las respuestas del público, en ese influir y ser influido que es un ejercicio de comunión.
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Este Primer Festival Iberoamericano de Narración Oral Escénica tiene a la par otra significación, de trascendencia histórica, no sólo iberoamericano sino mundial: no sólo en cuanto al desarrollo de esta profesión sino en cuanto a lo que representa como contribución a la cultura universal toda. Es que este Festival significa un punto culminante en la renovación del arte de narrar.
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Proceso renovador iniciado hace unos tres lustros en La Peña de Los Juglares de La Habana para continuar con el desarrollo histórico, ético y estético, de este quehacer que tuvo su origen ya entre quienes contaban dentro de las primeras tribus.
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Al hablar del origen de este quehacer me refiero a ese ser mágico que fue denominado cuentero de la tribu, en la medida en que resultó cuentero comunitario: artista capaz de contar con toda la comunidad, asumiendo para hacerlo diversos propósitos, espacios y circunstancias.
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El cuentero comunitario, presente en todas las épocas y culturas, ha contribuido desde entonces tanto a reinventar creadoramente la realidad, en unos casos, como a convocar y trasmitir la realidad histórica, en otros.
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El juglar medieval, denominado cuentero por extensión, ha significado otra dimensión de ese griot africano o de ese chamán sudamericano, capaz de interrelacionar oficios, y donde el cuento oral, sin perder jerarquía, se integra con otros modos, para demostramos que la integración de las artes no es un descubrimiento reciente.
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El narrador oral de la corriente escandinava, que desde fines del siglo pasado afirma que la narración oral es un arte, y sus seguidores han sido otro paso ineludible en el crecimiento de este arte. Paso decisivo porque esta corriente fundó la metodología para formar, no cuenteros (pues éstos han respondido a culturas y circunstancias orales), sino para formar narradores orales ya no intuitivos; profesionales capaces de contar tanto los cuentos de las tradiciones orales anónimas como los cuentos de los escritores de cualquier época y estilo.
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Los narradores orales más próximos en el tiempo, los narradores orales escénicos, coexisten con los cuenteros comunitarios y con los familiares; coexisten con los narradores orales de la corriente escandinava, y son deudores de todos ellos. Y a la vez significan, los narradores orales escénicos, una renovación del arte de narrar, al entenderlo, a partir de la propuesta de La Peña de Los Juglares, como un arte (oral) escénico y como una posible comunicación alternativa, criterios que Francisco Garzón Céspedes, Director de este Festival, fue el primero en afirmar, y que viene expandiendo desde hace ya unos quince años, con el apoyo del CELCIT, a través de un trabajo multifacético y vasto.
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De allí, entre otras razones, el término de «narración oral escénica» que califica a nuestro Festival, donde rendiremos homenaje a los cuenteros populares comunitarios y a los narradores orales escandinavos, porque los mejores de ellos siempre tuvieron de modo intuitivo una presencia y una práctica (oral) escénicas. Y no sólo tuvieron, sino que tienen: ellos están vivos y son prodigiosos.
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La narración oral escénica es un volver la mirada a esa intuición y práctica (oral) escénicas de siempre, y un haber inscrito en los últimos años, de manera consciente y a partir de la propuesta de Garzón Céspedes, a este arte en el contexto al que pertenece: el de la escena (comunicadora oral).
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Ya sabemos que la narración oral escénica no es teatro, sino que, (de otro modo) que el teatro, que la danza o que la pantomima, es un arte escénico, (oral escénico, escénico comunicativo); pues, si bien todo el que cuenta en la intimidad o para a la vez promocionar, por ejemplo, la lectura, no lo hace como acto (oral) escénico, sí siempre el que cuenta se expresa tanto con lo verbal y lo vocal como con lo no verbal, en un rejuego entre intimidad y utilización de recursos en un ciclo de comunicación con el público, que le dan matices propios a esta profesión dentro de lo escénico.
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Y que la definen como un encontrarse a fondo con el público, en un contar con ese público, y no para él, y donde el narrador oral escénico es siempre el propio ser humano narrador que reinventa su historia recreándola, invitando a ese público participante a imaginar.
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Considero necesario enfatizar algo que ya hemos dicho:
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“Este Festival constituye en su rama un acontecimiento cultural sin precedentes: por primera vez un festival de este arte tendrá un propósito iberoamericano. Por primera vez un evento de esta naturaleza pondrá énfasis, en lo escénico y en lo comunicativo, en el contar con los adultos y jóvenes, sin olvidar a los niños y adolescentes, en los espectáculos unipersonales estructurados con conciencia y creatividad (oral) escénicas, sin afectar el trabajo de los grupos, sino para enriquecer (oral) escénicamente a éstos y al Movimiento todo; y en la fundación de una Cátedra Iberoamericana Itinerante para la formación y superación profesionales”.
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Esta Cátedra es un paso decisivo, a nuestro juicio, en la propuesta de Garzón Céspedes, para que, a la larga, en cada país se estructuren escuelas o institutos de Narración Oral Escénica como los que actualmente existen relacionados con la formación teatral o danzaria.
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Por último, deseo subrayar que este Festival es posible gracias a la creatividad y confianza de todos los narradores orales escénicos e investigadores de varios países de Iberoamérica que lo integran como participantes o invitados. Y gracias al público venezolano, que, con su capacidad para creer y para crear, da a los participantes: hospitalidad y respuesta, de modo de contar cada vez, en un solo espacio, un solo sueño: el sueño del mejoramiento humano, de la justicia y la libertad, el sueño del amor que construye y transforma, del amor que inaugura.
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Inauguro oficialmente este Primer Festival Iberoamericano de Narración Oral Escénica.
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Discurso inaugural de Luis Molina López, Director General del Centro Latinoamericano de Creación e Investigación Teatral (CELCIT), en la Apertura del Primer Festival Iberoamericano de Narración Oral Escénica, Sala de Conciertos de la Universidad Central de Venezuela, Caracas, Venezuela, 30 de julio de 1989. Conjuntamente con el autor de este discurso, para la presente edición se ha procedido a ponerlo al día, en lo teórico (de allí los paréntesis en el texto), todo desde los nuevos conceptos y la terminología de Francisco Garzón Céspedes.
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miércoles, 8 de octubre de 2008

MUJER TANTEÓ EL SUELO. CUENTO PARA SER CONTADO

JOSÉ VÍCTOR MARTÍNEZ GIL (México)
Tercero de los tres cuentos de la Serie:
Mujeres con piel de arena.
Del libro de reciente edición
La línea entre el agua y el aire.
CIINOE. ciinoe@hotmail.com
Se autoriza la difusión sin fines comerciales por cualquier medio.
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MUJER TANTEÓ EL SUELO

La mujer, con sus pocos más de veinte años, se encontraba sentada en el banco de un parque. Era el mediodía, y lo esperaba a él. Ilusionada como quien espera a Los Reyes Magos. Continuamente pasaban niños y sus voces, gritos, risas, carreras, juegos, la llenaban cada vez más de ilusión. A su espalda el paso del vendedor de algodones de azúcar la hizo voltear y le pidió dos, rosas. A las tres de la tarde, los algodones ya estaban derretidos. A las cinco, los algodones ya estaban debajo del banco. A las siete, la mujer desdobló su bastón para marcharse. Tanteó el suelo. Y se prometió a sí misma no dejar de creer en Los Reyes Magos.
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jueves, 2 de octubre de 2008

DOCUMENTO: UN SUEÑO DE COMUNIÓN CON LOS OTROS

FRANCISCO GARZÓN CÉSPEDES (Cuba/España)
Discurso.
CIINOE. ciinoe@hotmail.com
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UN SUEÑO DE COMUNIÓN CON LOS OTROS
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Alguien podría creer que los sueños humanos son siempre individuales, y lo cierto es que los avances de la humanidad en todos los órdenes, que el crecimiento humano está profundamente vinculado a los sueños colectivos, a los anhelos y realizaciones de ese protagonista que es el pueblo.
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Una vez, luego de haberme nutrido del pueblo y de sus creadores por dondequiera que pasé con la poesía, la propaganda directa o la conversación; una vez hace ya años, luego de haber comenzado a narrar a viva voz y gesto, yo soñé con transformar y extender por el continente y el mundo el arte de la narración oral compartiéndolo como un arte con presencia escénica y como una comunicación alternativa.
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Soñé que surgieran nuevas peñas y grupos de narración oral al estilo de La Peña de Los Juglares, soñé que mucha gente asistiera a talleres para activarse en este oficio milenario ahora entendiéndolo como oficio oral escénico, soñé que muchos contaran como pueblo y con el pueblo en las plazas y en los teatros, en los museos y en los parques.
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Pero mi sueño es un sueño deudor de muchos otros sueños, desde aquellos primeros sueños de lo cuenteros de las tribus, nómbrense como se nombren en cada cultura y en cada época hasta hoy a los fundadores de la oralidad; desde aquellos primeros sueños de los narradores orales escandinavos que establecieron la metodología básica para en sociedades de escritura formar narradores orales; hasta deudor de los sueños de creatividad y comunicación de cada uno de los que en tantas partes ansiaban en la actualidad encontrar un nuevo vehículo expresivo comunicativo para dar a los otros y sobre todo recibir de los otros.
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Las potencialidades de ese vehículo, de esa conducta humana que es la narración oral estaban en cada uno de los que han soñado este sueño de comunión con los otros, con sus semejantes, se trataba de dimensionar esas potencialidades hasta convertirlas en arte, allí mi sueño.
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Y los sueños, todos esos sueños, se han ido convirtiendo en realidades, sólo así es posible, con los sueños de muchos, que colectivamente estemos volviendo a fundar un arte ya milenario que nunca ha estado muerto, y que ahora, como todo en la vida es en movimiento, como el arte es en movimiento o no es; ahora se transforma, aprendiendo de sus antecesores que a la par son sus contemporáneos, y define su carácter oral escénico, su posibilidad ideológica de convertirse en comunicación alternativa donde sueñen las mayorías para que crezcan y construyan las mayorías.
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El sueño que uno sueña con los ojos abiertos de "corcel de fuego" o "caballo de coral" puede ser verdad cuando uno cotidianamente sin dejar de soñar, crea. Cuando uno construye como amor su sueño. Y su sueño es amor porque entronca con los sueños amorosos de muchos.
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Son los sueños los que permiten que el corazón lata acompasado, se mueva libre más allá del cuerpo mismo, trascienda. El corazón: ese forajido que escapa o ese forajido que resucita. Que cada cual elija su extremo. Aún dentro de ese intangible universo donde nacen los sueños, es factible elegir un sueño u otro, una materia u otra, una forma u otra, un anhelo u otro.
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Creo que hay pocos sueños tan peligrosos como los del talento. Si el talento no se enmarca por naturaleza, o por elección y disciplina, en una profunda humanidad, entonces los sueños del talento se vuelven corrosivos. Y los sueños que destruyen el camino creyendo destruir el camino de los otros, quedan circundados por la propia desolación que generaron. A la par, no hay talento sin sueños. Los sueños son sustancia esencial de la creación, de la invención.
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No sólo lo que ocurre es que hay sueños y sueños. Sino que incluso los sueños más hermosos, que nacen de los amaneceres de nosotros mismos, deben ser protegidos de lo peor de nosotros, lo que está en cada uno como carencia o inconsistencia, como superficialidad o mezquindad; eso que nos ha ido arrojando el basurero de la vida, que no puede ser toda la vida (y que no es), y que ni siquiera es la mayor porción de la vida. Y, sin embargo, eso de lo que ninguno nos salvamos.
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Soñar es afirmar, no mentir. Soñar es crecer, no difuminarse. Repartirse, no disgregarse. Por eso, entre tanto más, contar oralmente es reencontrar la voz de los sueños.
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Mucho tendría que hablarse de la ética del soñar, de la ética del contar. Conversarse de las diferencias entre los sueños, y de la necesidad de enfrentar las pesadillas. Sobre todo de la necesidad de que cada cual se enfrente a sí mismo para que los sueños asciendan de su espuma transparente, pero tan definitivos como el diamante (o como el carbón más puro, que es otra medida para la luminosidad de los sentimientos).
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Claro que estas reflexiones, de unos o de muchos modos están en los cuentos y en los sueños que se cuentan oral escénicamente, pero es necesario hablar como entre amigos: de la ética del crear, de la ética que hace posible ese sueño de una comunión de sueños.
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El ser humano tendría que comunicarse con el ser humano, de sueño a sueño.
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Ustedes, los narradores orales, son los protagonistas de este Movimiento de Narración Oral Escénica. Ustedes y su público interlocutor. Y ustedes y su público son el pueblo.
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Agradezco al Centro Latinoamericano de Creación e Investigación Teatral (CELCIT). Agradezco al pueblo todo de esta nación y a muchas de sus instituciones, la confianza y el apoyo para la realización de este sueño continental e iberoamericano.
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Agradezco a este pueblo lo mucho que me ha enseñado por medio de sus cuenteros, de sus narradores orales al modo escandinavo, de su gente de la escena, lo mucho que me enseña a través de ustedes y de su público.
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Desde l976 yo irrumpí en los sueños de ustedes con mi sueño, pero ya desde antes yo me había nutrido de sus escritores, artistas e investigadores. Ustedes fortalecieron mi sueño con sus sueños, y me han permitido seguir con nuevos ánimos y evidencias, y dondequiera que voy para conformar el Movimiento de Narración Oral Escénica hablo de ustedes con orgullo.
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Ustedes acá son los protagonistas, por tanto, una vez más y siempre ustedes tienen la palabra, la voz y el gesto para unirse y fortalecerse, para investigar y capacitarse, para experimentar y extenderse, para clarificar y proseguir como un Movimiento: coherente y amoroso.
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Creo en la palabra, la voz y el gesto porque me han permitido proclamar a todos el nombre del amor.
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Creo en la palabra, la voz y el gesto, y sé que aun si me cortaran la lengua y los brazos, mi corazón contaría. Y contaría sus sueños.
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Creo en la palabra, la voz y el gesto, porque aunque momentáneamente alguien pueda negarlos, o tergiversar su verdadero sentido, o falsear la historia, ellos en su pureza y en su fuerza siempre terminarán negando a quien los niegue.
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Discurso de apertura de Francisco Garzón Céspedes en el Segundo Encuentro sobre Narración Oral, convocado bajo su Presidencia, por el Centro Latinoamericano de Creación e Investigación Teatral (CELCIT) y el Instituto de Cooperación Iberoamericana de Venezuela (ICIV), Caracas, 22 de mayo de 1988.
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viernes, 26 de septiembre de 2008

MUJER CAMINABA CON SERENIDAD POR LA AVENIDA. CUENTO PARA SER CONTADO.

JOSÉ VÍCTOR MARTÍNEZ GIL (México)
Segundo de los tres cuentos de la Serie:
Mujeres con piel de arena.
Del libro inédito de próxima edición
La línea entre el agua y el aire.
CIINOE. ciinoe@hotmail.com
Se autoriza la difusión sin fines comerciales por cualquier medio.

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MUJER CAMINABA CON SERENIDAD POR LA AVENIDA

La mujer caminaba con serenidad por la avenida y observaba las marquesinas, las ventanas, los edificios, el cielo. Caminaba desprendida de cualquier preocupación. De pronto se detuvo porque desde algún lugar le llegó una canción que no escuchaba desde que tenía cuatro años. Sobre todo la melodía le trajo aromas, sabores, texturas, distintas sensaciones: tristeza, melancolía y también una alegría vinculada a la presencia de esa canción cuando iba a bailarla en una fiesta del colegio. Se quedó paralizada y se dio cuenta de que la música provenía de una tienda. La canción terminó, pero la mujer la seguía escuchando por dentro. Adquirió conciencia de que deseaba tener el disco de esa canción. Fue, entró, se acercó a un encargado y le dijo que quería comprar la canción que acababan de poner. Y le precisó el título. El encargado le respondió que ellos no habían puesto esa pieza ni tenían ese disco. La mujer salió frustrada, no por no haber conseguido la canción, sino por advertir que en realidad ella no iba caminando con serenidad por la avenida.
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jueves, 25 de septiembre de 2008

DOCUMENTO: UNA ESCENA DEFINIDAMENTE HUMANA

FRANCISCO GARZÓN CÉSPEDES (Cuba/España)
Discurso.
CIINOE. ciinoe@hotmail.com
Se autoriza la difusión sin fines comerciales por cualquier medio.
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PREMIOS OLLANTAY DEL CELCIT
LA TIERRA DE UNA ESCENA DEFINIDAMENTE HUMANA

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Consejo de Dirección de la Casa de las Américas.
Participantes y observadores de este Tercer Encuentro
de Teatristas Latinoamericanos y del Festival Mundial del Teatro.
Periodistas de la prensa nacional e internacional acreditada.
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Queridos amigos:

¿Qué me fascinó primero del teatro? Porque quedé fascinado desde la primera vez. ¿El ritual recién descubierto que enmarca toda representación a la italiana? ¿El contraste entre la tensa penumbra del lunetario y las luces, tan lejos aunque tan cerca, de la escena? ¿El vasto silencio de los espectadores? ¿La música acaso? ¿El vestuario? ¿La escenografía? ¿La conjugación armoniosa de elementos tan capaces de ser independientes? ¿Los actores allí, tan al alcance, tan de carne y hueso, y tan de pensamientos y acciones y sentimientos? O, casi paralelamente en mi experiencia, ¿el riesgo, el reto de equilibrista, el pase de magia desplegado por los actores callejeros? ¿La participación en plazas y parques, y hasta en los campos, de un público no por encantado menos vibrante? ¿La soledad de cada actor con su personaje y la relación de cada personaje con los otros personajes?
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¿Qué me fascinó del teatro? ¿Quizás el reparar en que existe alguien más que el actor, que la actriz? ¿El meditar sobre la presencia de un dramaturgo, de un director, de todo un colectivo que calladamente da sustento al hecho teatral, y antecede y coexiste con esos personajes, con esa historia? ¿Los personajes mismos? ¿La historia misma, ésa y no otra?
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Sí los personajes, sí la historia. Y para decirlo con precisión: Lo que me fascinó primero del teatro fue lo humano de esos personajes y lo humano de esa historia.
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He dicho que para mí el teatro no es la realidad puesta ante el espejo, sino la realidad recreada dentro del espejo.
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Así que me fascinó poder acercarme a la recreación de conflictos verdaderos por medio del teatro, acercarme a sentimientos humanos. Y hablo del teatro del único modo posible: como arte. Sentimientos humanos tan verdaderos en su verosimilitud, en su autenticidad, en su recreación de la vida como la vida que los entrega. Porque ellos son doblemente vida. Y ésa es la fuerza inderrotable del teatro cuando es ante todo teatro para ser vida.
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Lo humano: Principio y fin del teatro. Al mensaje humano, a la defensa de lo mejor del ser humano, al cuestionamiento humano debiera estar subordinado todo. Puesto todo en función de esa ceremonia solidaria para compartir no otra cosa sino vida. Y el arte como medio excepcional, como cauce y como impulsor de vida. El arte como renovación de la propia vida. Como afirmación, reafirmación, búsqueda, mágica experimentación de y por la vida.
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Cuando en 1976, como Delegado a la Cuarta Conferencia Internacional de Teatro del Tercer Mundo y al Tercer Festival Internacional de Teatro convocado por el Ateneo de Caracas, hable por primera vez con Luis Molina, y confié en sus proyectos y sueños, y responsabilizándome recomendé luego a la Casa de las Américas que se establecieran con el Centro Latinoamericano de Creación e Investigación Teatral (CELCIT) relaciones de colaboración, no pensé en otra cosa que no fuera la necesidad de interacción e intercomunicación de nuestro teatro continental todo, y, por supuesto, no imaginé que se establecieran los Premios Ollantay y que uno de ellos en el futuro me sería otorgado.
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Visto en el tiempo y en síntesis, fue sencillo: Hice lo que consideré debía hacer. Uno tendría que ser capaz de hacer siempre lo que debe. Y, como confiaba, me comprometí con esa confianza.
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Así que no únicamente coadyuve desde la Casa de las Américas a fortalecer la cooperación, sino que durante mis estancias en Venezuela y otros países, en medio de mis responsabilidades prioritarias con las instituciones de mi país, siempre hallé ocasión de preocuparme y de ocuparme de la labor conjunta con el CELCIT.
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Para satisfacción de nosotros, es decir, de los que creemos en el mejoramiento humano, en la libertad y la justicia; más de diez años después el propósito del CELCIT de trabajar por la integración teatral, de la escena toda, latinoamericana y caribeña es una hazaña real. Una hazaña poseedora de una marcada definición humana. ¿O no han tenido los teatristas nuestros una y otra vez la solidaridad en primer término humana del CELCIT y del Ateneo de Caracas? ¿O no han tenido nuestros teatristas el fervor de estas instituciones por el ser humano igual también a fervor por el teatro? Fervor en una época donde fervor en muchos países de América Latina y el Caribe es para tantos una palabra olvidada y maldita.
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Y son estas palabras, más que para agradecer los tres Premios Ollantay cuyas placas hoy se entregan, para agradecerles a Luis Molina y al CELCIT, a María Teresa Castillo y al Ateneo de Caracas, que no sólo hayan sobrevivido las instituciones en un medio no precisamente estimulante, sino que sean instituciones vivas, dinámicas, ellas sí generadoras de estímulos artísticos fervorosamente humanos.
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Que más de diez años después de aquella conversación con Luis Molina en una madrugada caraqueña, sea la Casa de las Américas la sede donde el CELCIT entrega hoy, en este 1987 de definiciones, premios tan significativos, y no sólo en lo cultural, como el otorgado en 1983 a Manuel Galich, en el rubro de hombre de teatro, y en 1986 a la revista Tablas del Ministerio de Cultura cubano, en publicación; habla por sí de los vínculos de la Casa de las Américas y el Ministerio de Cultura de Cuba, por una parte, y del CELCIT y el Ateneo de Caracas, por otra, en la defensa de lo específicamente teatral y de lo genuinamente teatral latinoamericano y caribeño. Y son justo la Casa de las Américas y el Ministerio de Cultura de Cuba los que me han pedido agradezca oficialmente a nombre de los cubanos, y seguro a nombre de la familia y compañeros guatemaltecos de Manuel Galich, esta entrega de las placas que representan los Premios Ollantay.
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Debo confesar que cuando me fue pedido el discurso para este Acto, ya andaba yo preparando las propias palabras de gratitud, así que se han entremezclado.
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Cuando en el Palacio de las Convenciones de Cuba, durante el Segundo Encuentro de Intelectuales de la América Latina y el Caribe, en esta Habana, pero en diciembre de 1985, escuché por los altavoces que me había sido otorgado el Premio Ollantay, me hice muchas preguntas.
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Conocía que, en el rubro en que me había sido otorgado, se lo habían concedido antes a prestigiosas instituciones, y, en los casos en que se había elegido a una persona del teatro -como es un galardón que se otorga por la totalidad de un quehacer y de una vida entregados al teatro- conocía que, mayoritariamente, los premiados eran personalidades de la escena de cerca o de más de setenta años de edad, lo que ejemplificaré con dos nombres claves, en orden alfabético: Juan Enrique Acuña y Javier Villafañe.
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¿Por qué entonces a los treinta y ocho años de edad me otorgaban el Ollantay, el Premio teatral, el Premio escénico más importante del continente, de Iberoamérica, y uno de los primeros galardones escénicos del mundo? En medio de la emoción comencé a buscar explicaciones. Que si ya yo llevaba veintitrés años en el teatro y en la conversación escénica profesional, que si dentro de lo teatral había realizado las más diversas profesiones y oficios; actor, dramaturgo, director, crítico e investigador; y también editor, asesor, jurado, conferenciante, profesor; y los no menos dignos, cada vez que fue necesario, de acomodador, tramoyista, luminotécnico, musicalizador, promotor, divulgador, y hasta a ratos escenógrafo y diseñador. Que si había publicado mis obras teatrales, se habían estrenado por medio continente, había obtenido primeros premios, había dirigido. Pero por algún motivo estas enumeraciones, que únicamente hago para la comprensión de lo que aún diré, no me tranquilizaban. Y continuaba buscando explicaciones. Que si mis recitales sobre escenario de poesía y de narración oral, que si los talleres impartidos y los narradores orales escénicos y grupos surgidos (grupos al estilo de La Peña de Los Juglares) constituían según los especialistas una renovación de este arte. Que si la proposición de que se me otorgara el Ollantay venía del movimiento teatral venezolano, había pasado por el tamiz del listado de finalistas que confecciona el CELCIT, y había sido evaluada por un Jurado Internacional de reconocidas personalidades a kilómetros y kilómetros de mi persona, y todos ellos debían saber lo que hacían.
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Por más que me decía a mí mismo, la angustia no me abandonaba. Hasta que de pronto me di cuenta que casi sin darme cuenta durante más de dos décadas yo no sólo había trabajado dentro del teatro, de la escena, de la cultura, sino que había podido hacerlo ininterrumpidamente. Y me di cuenta de que si yo había podido hacer tantas cosas distintas, si lo que había hecho se difundía y resultaba útil, era porque yo era parte de un movimiento teatral, de uno más amplio aún, cultural, y parte de las realizaciones de un pueblo, el pueblo cubano, y que era ello lo que permitía que yo obtuviera a los treinta y ocho años de edad lo que otros hombre y mujeres de la escena del continente obtenían a los setenta.
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Por fin con esta certeza me tranquilizaba. Porque ante todo con ese Ollantay que me había sido conferido se estaba premiando lo que nuestro pueblo ha hecho por los niños y jóvenes de nuestro país, por los adultos, y por los creadores del teatro, de la cultura, de nuestra tierra. Todo lo cual podría traducirse por darles horizontes en los que participar, por abrirles todas las puertas enaltecedoras, las del amor y las del hacer. Cómo pensar que era un Premio para mí, si en mi país existe un movimiento de teatro profesional (esto sin hablar de los numerosos colectivos de teatro aficionado) estructurado con coherencia y consistencia. Uno de los mejores y más capaces de accionar del mundo. Y todo lo que he hecho y hago se nutre de ese movimiento, se define gracias a la vitalidad y al poder creador de la corriente colectiva.
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Podía estar tranquilo, mi Premio era, es, un premio para toda la escena cubana. A esa escena, a ese movimiento lo ofrezco. Y a ese movimiento le agradezco. Y dentro de nuestro movimiento, en especial a aquellos que se comprometen conmigo en los espectáculos que dirijo modularmente para asumir la experimentación y el riesgo teatral.
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¿Quién habla de crisis de los hombres y mujeres del teatro?
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Pero a la par este Premio que se me otorgaba era, es, también un premio para la Casa de las Américas. Y es que la Casa, por más de veinticinco años, ha difundido la obra de todos nosotros. Me dije: Es ante todo un premio para Haydée Santamaría. Un premio, otro más, para Manuel Galich. Un premio para Mariano Rodríguez. Un Premio para Roberto Fernández Retamar. Un premio para todos los colaboradores de la Casa. Para todos y cada uno de los esforzados compañeros de esta institución que me formó durante ocho años en que pertenecí a su Dirección –y que me formó desde antes y que me sigue formando hoy–. Permítanme agradecer este Premio, con humildad, en su nombre.
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Un Premio también a agradecer a todo el movimiento teatral latinoamericano y caribeño. ¿O acaso yo no he tenido la fortuna de aprender de mis maestros? Y hablando de fortuna, pues no soy un hombre de éxito, pero si soy un hombre de suerte:
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He estado muy cerca de los otros dos de estos Ollantay.
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En 1983 integré en Caracas el Jurado que otorgó el Premio a Manuel Galich. Y en 1986, haciendo uso de mi derecho de premiado, propuse a la revista Tablas. En cualquiera de los dos casos los méritos son muchos e indiscutibles. Manuel Galich es en varios órdenes uno de los más valiosos fundadores del actual teatro continental. Tablas es la revista especializada que crítica y certeramente expresa el movimiento teatral de todo un país.
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Que sea en este Tercer Encuentro, continuador de aquel Primer Encuentro que Galich y yo soñamos, obtuvimos y organizamos, donde se entreguen las placas de estos Ollantay, es testimonio de que no nos hemos detenido, de que caminamos juntos, juntos crecemos y juntos venceremos.
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Y es que tengo la certidumbre de que ustedes, participantes y observadores de este Tercer Encuentro, cualquiera de ustedes, incluidos por derecho propio los periodistas y críticos del sector, es un juglar de lo escénico. Un ser humano creador de la tierra y del cielo, ante todo de la tierra de una escena definidamente humana.
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En cuanto a mí que, por propia voluntad, dejé todo y elegí ser nada más que un juglar contemporáneo, gracias. Después he sabido que si bien mi Premio fue otorgado predominantemente tanto por mi vida, trayectoria y obra teatral, fue tomada, además, muy en consideración mi propuesta, mi obra de la narración como hecho oral escénico; así que los premiados fueron y son también los tan indefensos, creadores, inventores y poderosos narradores orales escénicos.
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Permítanme por último, con relación a nuestra escena, la expresiva y la comunicativa, latinoamericana y caribeña, y desde una fascinación siempre renovada, recordar, yo que vengo de otros códigos y de creencias absolutamente distintas, unas palabras del TALMUD:
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“¿Si no soy para mí,
quién será para mí?
¿Pero si soy para mí solamente
quién soy yo?
¿Y si no es ahora
cuándo?”
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Discurso de agradecimiento de Francisco Garzón Céspedes, al Centro Latinoamericano de Creación e Investigación Teatral (CELCIT) y al Ateneo de Caracas, en la Casa de las Américas, en nombre de esta institución, del Ministerio de Cultura de Cuba y en el suyo propio, en La Habana, Cuba, el 27 de mayo de 1987, ante cientos de personalidades del teatro y la intelectualidad mundial, en ocasión de la entrega de las placas acreditativas de tres Premios Iberoamericanos Ollantay en el marco del Tercer Encuentro de Teatristas de la América Latina y el Caribe y del Festival Mundial del Teatro de la UNESCO.
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lunes, 15 de septiembre de 2008

MUJER SENTADA A LA MESA. CUENTO PARA SER CONTADO

JOSÉ VÍCTOR MARTÍNEZ GIL (México)
Primero de los tres cuentos de la Serie:
Mujeres con piel de arena.
Del libro inédito de próxima edición
La línea entre el agua y el aire.
CIINOE. ciinoe@hotmail.com
Se autoriza la difusión sin fines comerciales por cualquier medio.
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MUJER SENTADA A LA MESA

La mujer, de unos sesenta años, rostro sin arrugas y ojos aceitunados se hallaba sentada a la mesa limpiando de piedras los frijoles. Depositaba los frijoles en un recipiente de barro para lavarlos, y acumulaba las pequeñas piedras al centro de la mesa. La mujer estaba enferma y pensó, preocupada, que dentro de unos días la operarían. Lo que más le inquietaba era el sufrimiento de los suyos. De repente se puso a contemplar el recipiente con los frijoles y el montículo de piedras. Se dio cuenta de que los frijoles valían más que las piedras, pero que duraban menos. La mujer cedió a un impulso, dejó caer los frijoles del recipiente sobre la mesa, y echó las piedras. Lavó y lavó con minuciosidad las piedras y las vacío en una olla con agua. Para que nunca pasara hambre, ésta será la sopa que dejará a su familia.
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martes, 9 de septiembre de 2008

SOÑAR DESDE LA VIDA PARA VENCER LA MUERTE. DOCUMENTO HISTÓRICO

FRANCISCO GARZÓN CÉSPEDES (Cuba/España)
Discurso.
CIINOE. ciinoe@hotmail.com
Se autoriza la difusión sin fines comerciales por cualquier medio.
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Una acción cultural, un intelectual que pretende participar en el proceso de transformación social; que pretende ser medio o elemento formativo, impulsor, capaz de influir y aportar, capaz de coadyuvar al crecimiento de la sociedad, y, muy especialmente, al mejoramiento humano, debe tener conciencia de que no es posible integrarse a una transformación social haciéndolo desde afuera o desde arriba, sino que transformar significa también ser parte.
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Transformar conlleva la disposición a un profundo proceso de interacción donde el intelectual no sólo va a influir sino que a la vez va a ser influido, no sólo va a dar sino que va a recibir de la sabiduría acumulada por los pueblos, no sólo va a transformar sino que simultáneamente va a transformarse.
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Es que una acción cultural es ante todo una opción y una acción humanas: compromete el intelecto y compromete los sentimientos y vivencias todos de quien la asume.
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Por eso no es posible llegar a una acción cultural parcialmente, sino poniéndolo todo dentro de uno en juego, disponiéndose a asumir las complejidades de transformar, donde lo humano tiene que ser, es, lo primario; y disponiéndose a asumir lo complejo de ser transformado, con todo lo mucho y tan profundo que ello implica de contradicciones circunstanciales, de desgarramientos, de debate.
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Y que implica de reafirmaciones y fortalecimiento de nuestras verdades: si nuestras verdades son las verdades de la colectividad o pueden ser las verdades necesarias a la colectividad.
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Nuestra intención de participar debe tomar como punto de partida, de manera consciente nuestra propia y permanente transformación; nuestra certeza de que nuestros criterios y acciones culturales, nuestros modos de expresión y comunicación, no son esquemas, no son dogmas, sino verdades en las que creemos, pero que pueden ser enriquecidas, o que pueden encontrar nuevos canales, que pueden encontrar nuevas formas de comunicación que resulten necesarias, porque los modos de la comunicación no son, no pueden ser idénticos para todas las circunstancias, y de lo que se trata es de que cada vez logremos ser realmente útiles, realmente eficaces, realmente creadores.
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Y dicho así, pareciera que todo es muy diáfano, muy evidente, comúnmente puesto en práctica y, sin embargo, cuán difícil es en lo personal, en la acción cotidiana, debatir nuestras verdades y estar en disposición de crecer, de ser transformados.
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Hablo, más que de los principios esenciales que son vida, y los cuales están enraizados en nosotros a través de un largo proceso de vivencias, análisis y maduración; hablo de los modos de compartir esos principios, de los modos de ponerlos en práctica como normas de vida y como acciones específicas, de los modos de divulgarlos, de entregarlos, de darles aliento creador y de enriquecerlos en cada caso.
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Crear es ser solidario. Crear es un acto de amor.
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Amar es influir y ser influido.
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Amar es un resultado y se ama para ser mejor.
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Se crea para aportar, para compartir, para soñar. Para que la vida tenga un sentido, para vencer la muerte. A veces olvidamos que ser solidario es serlo a cada momento, es serlo en la existencia de cada día. La solidaridad humana es una bandera de triunfo; la cultura, uno de los modos de esa bandera.
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Palabras del escritor Francisco Garzón Céspedes en el Encuentro Cultural (de Escritores) Centroamericano, convocado por la Confederación Universitaria Centroamericana y la Editorial Universitaria Centroamericana (EDUCA), en San José, Costa Rica, durante varios días del tercer trimestre de 1985. Este Discurso abrió para Garzón Céspedes, su obra como escritor, periodista y hombre de teatro, y abrió para la narración oral escénica las puertas de Costa Rica, comenzando por las del prestigiosísimo Teatro Nacional (y las de su Directora: Graciela Moreno; espacio que es donde habla habitualmente el Presidente del país) y las Universidades de Costa Rica, la Nacional de Costa Rica y el Instituto Tecnológico de Cartago, así como las de los diarios y del Semanario Universidad (en verdad ya era amigo de su Director: Carlos Morales), entre otras de relevancia; las de EDUCA/CSUCA, que lo invitaron, ya las tenía abiertas de par en par gracias a su amistad e intercambios con la extraordinaria escritora, exministra de Cultura y Directora de EDUCA: Carmen Naranjo. Nota del Gabinete de Prensa de la CIINOE.
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sábado, 6 de septiembre de 2008

CUENTOS DEL OGRO. SIETE HIPERBREVEDADES CONTEMPORÁNEAS. CUENTOS PARA SER CONTADOS

FRANCISCO GARZÓN CÉSPEDES (Cuba/España)
Colección Cuentos del ogro.
En Abril del 2008 estos cuentos fueron incluidos
en la Colección Gaviotas de Azogue 49,
y muy pronto reeditados, entre otros, parcial o totalmente por:
La Oveja Negra / Microrrelatos (Argentina),
Isla Negra (Argentina/Italia),
El Nido del Cuco / Centro de Poesía "José Hierro" (España),
Poética Digital (España) y Escena Libre (México).
CIINOE. ciinoe@hotmail.com
Se autoriza la difusión sin fines comerciales por cualquier medio.


AUTOENGAÑO

El ogro comenzó disfrazándose para los demás. Y ha terminado disfrazándose para sí mismo. Se cree normal. Se siente vegetariano. Se piensa exquisito. Es irreconocible para los normales.


CÍRCULO

Hombre alguno devoraría al ogro, ni mujer alguna lo lograría. El ogro, no obstante, es devorado. Y no por un animal. Lo devora entero el ogro de su pesadilla.


DIENTES

Los dientes son la mordida del ogro y bailan. Cuando la boca se retira, los dientes se quedan clavados a la carne. Podría tratarse de una dentadura postiza. Sólo que no lo es.


GOURMET

El ogro tiene mucha hambre. Ha cazado al cazador, pero no se lo come de inmediato porque el ogro ha aprendido de refinamientos. Decide prepararse una “delicatessen”. Invierte tiempo en ahogar al cazador. Le gusta la carne cruda reahogada.


PUNTERÍA

Desestimando que un humano lo es también por su capacidad incorpórea de venganza, el ogro escupe cada hueso del cadáver con tal puntería que rearma su esqueleto. Desde el viento, un hueso regresa a la boca abierta del ogro. Queda clavado en su garganta, oscilando, pulido a dentelladas como trofeo.


TÁCTICA

El ogro ladra al perro. Y el perro maúlla. El gato no. El gato abre la boca y no emite sonido alguno. El canario lo que hace es mugir. Tanto miedo provoca el ogro y su inusual conducta.


TUMBA

La manta le cubrió. Le cubre. Le cubrirá. No puede impedirlo. Ninguno de los dos puede impedirlo. Y eso que podría ser que no se gustaran. Son tela burda y cadáver. Es todo lo que hay para la tumba del ogro.

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MANIFIESTO DE LA PEÑA DE LOS JUGLARES EN EL PATIO DE SAN BERNARDINO. DOCUMENTO HISTÓRICO

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Arte es amor.

Desde siempre los juglares han devuelto al pueblo la sabiduría y la sensibilidad que el pueblo les entregó para que, transformadas en teatro o canción o narración oral o poema, en una palabra, para que, transformadas en arte, difundieran su luz hacia todos los corazones.

Desde siempre los juglares han buscado su público, se han comunicado con el pueblo de un modo diáfano, próximo; capaz de divertir y de enseñar, de emocionar y de propiciar la reflexión y la crítica.

Desde siempre los juglares han integrado las más diversas manifestaciones literarias, artísticas, en una fiesta profundamente solidaria que incita a todos a participar en el acto creativo.

Por estos rumbos, con nuevos bríos, anda un significativo torrente de la creación literaria, artística de hoy en Nuestra América: integración de las diferentes ramas del arte, participación del público. Y ello se enmarca, a su vez, en una revitalización de la práctica juglaresca, en una revitalización del encuentro cercano entre los creadores y su pueblo, de la conformación, entrega e irradiación cada vez más colectiva del hecho artístico.

Los juglares, hombres de teatro o cantores, poetas o mimos, pintores o bailarines, recorren hoy el continente a partir de estos principios artísticos de integración y participación, de poner al viento su corazón de pueblo, de compartir un arte que no sólo recree la realidad sino que contribuya a modificarla de manera siempre más justa hermosa, libre. El Centro latinoamericano de Creación e Investigación Teatral (CELCIT) del Ateneo de Caracas, reconoce como expresión cumbre del arte juglaresco en América Latina y el Caribe en estos años, como impulsora de muchas otras de las experiencias que con un sentido juglaresco se realizan actualmente en nuestras tierras, a La Peña Literaria de Los Juglares, fundada en 1974 en el Parque Lenin de La Habana por dos reconocidos y excepcionales creadores: la compositora y trovadora Teresita Fernández y el hombre de teatro y poeta Francisco Garzón Céspedes. Peña Literaria de Los Juglares, donde han participado como invitados prestigiosos escritores y artistas de todas las manifestaciones y de todos los países de Nuestra América. Y donde Venezuela ha colaborado desde los primeros días, donde Venezuela ha tenido una tribuna para que sus promotores y organizadores artísticos, para que sus intelectuales, para que sus creadores todos compartieran, junto a Los Juglares, sus experiencias con un público en el que se halla el rasgo caribeño o el rasgo andino, la mirada de la pampa o del destello de los volcanes centroamericanos.

De Venezuela han estado en La Peña desde los dirigentes y creadores del propio Ateneo de Caracas, del CELCIT, del Grupo Rajatabla, del Ateneo de La Florida, hasta la presidencia de la Universidad Nacional Abierta; desde los escritores y hombres de teatro como César Rengifo o Luis Britto García, hasta músicos de diversos estilos como Alirio Díaz y Alí Primera.

Por todo esto, el Centro Latinoamericano de Creación e Investigación Teatral (CELCIT) se propone con este manifiesto ser el primero en homenajear a La Peña Literaria de Los Juglares en su décimo aniversario (1984), inaugurar, en ocasión de la visita de Francisco Garzón Céspedes a Caracas, La Peña de los Juglares en el Patio de San Bernardino, y dar a conocer la iniciativa de auspiciar, a través de sus filiales en el continente, el surgimiento de otras peñas, donde el arte juglaresco sea verdad y amor.
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CELCIT
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Publicado en el Diario El Nacional. Caracas, Venezuela,
9 de diciembre de 1983.
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TRES CUENTOS DE LA MARAVILLOSA PROFESIÓN DEL CONTADOR DE CUENTOS

FRANCISCO GARZÓN CÉSPEDES (Cuba/España)
Cuentos breves de la Colección: Cuentos del contador de cuentos,
que en total consta de diez textos, y que ha sido la segunda
en el mundo (las dos de este autor) en tratar la figura
del narrador oral artístico, y la teoría y la técnica de este arte,
desde la ficción narrativa.
CIINOE. ciinoe@hotmail.co
Se autoriza la difusión sin fines comerciales por cualquier medio.
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CRISTAL
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El contador de cuentos, ante el asombro del enojadísimo genio, y puesto a elegir entre convertirse en cristal o en diamante, eligió convertirse en cristal. Tanto le importaba no perder la capacidad de transparentar una a una sus historias.
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PEGASO
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El contador de cuentos vio la posibilidad de realizar sus sueños de la infancia. Pidió a la imaginación cambiar: balancín de madera por alas.
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VIVENCIA
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El contador de cuentos decidió compartir aquel momento único de su pasado. Lo narró. Y fue y no fue el mismo suceso. Algo pareció completarse.
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sábado, 30 de agosto de 2008

CUENTOS DE LA PRODIGIOSA PROFESIÓN DEL NARRADOR ORAL

FRANCISCO GARZÓN CÉSPEDES (Cuba/España)
Cuentos breves de la Colección:
Cuentos del narrador oral escénico,
que en total consta de treinta textos, y que ha sido la primera
en el mundo en tratar la figura del narrador oral artístico,
y la teoría y la técnica de este arte, desde la ficción narrativa.
La Colección completa puede encontrarse
en los libros El arte (oral) escénico de contar cuentos
(Editorial Frakson, Madrid, España. 1991);
Cuentos para aprender a contar (Ediciones Libros del Olmo
/ Universidad Surcolombiana, Colombia. 1995; y Ediciones
Antonio Fernández Prado, Madrid. España. 2003); y en Cuentos
para un mordisco (Ediciones OEYDM, México D. F., México, 2001).
En Febrero del 2008 estos cuentos fueron incluidos
en la Colección Gaviotas de Azogue 34.
CIINOE. ciinoe@hotmail.com
Se autoriza la difusión sin fines comerciales por cualquier medio.
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LA IMAGINACIÓN
/ EL NARRADOR ORAL CONDENADO A MUERTE
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El narrador oral había sido condenado a muerte. La ejecución lo aguardaba. Faltaban veinticuatro horas cuando los jueces y asesores entraron en su celda. El narrador era un hombre venerado por el pueblo y era imposible no concederle una última voluntad. La condena obedecía a que sus cuentos sobre la justicia, en un territorio de injusticias, propiciaron una rebelión cada vez más inacallable. Habiendo sido capturado, cárcel, juicio y culpabilidad resultaron cuestión de horas. La rebelión, ah, la rebelión debía ser ahorcada, quemada, gaseada, electrocutada, empalada, decapitada, borrada. El narrador dijo: “Una única voluntad. Antes de morir, deseo ver, a cielo abierto, la noche. Y en la noche narrar un cuento”. Los jueces y asesores se miraron entre sí estupefactos. Pensaron que el narrador hubiera podido pedir hacer el amor una vez más o que su cadáver no fuera enterrado en una fosa común. Pero era su última voluntad. Podía ser respetada. Resultaba permisible. Llegó la noche y los soldados, en presencia de los jueces y asesores, condujeron al condenado a muerte hasta el patio de la prisión. El narrador contempló intensamente el cielo, alzó un brazo hacia aquel poblado vacío y con voz potente habló: “Había una vez un narrador oral condenado a muerte. A petición suya, para cumplir con la costumbre de una última voluntad, lo condujeron hasta el patio de la prisión. Y cuando alzó brazo y voz, y pronunció las palabras que únicamente son mágicas en los labios de los narradores, una estrella fugaz cayó, cayó, y a punto de tocar el suelo, cual una alfombra prodigiosa, se detuvo para que el narrador subiera y lo condujo fuera de los muros de la cárcel”. Y mientras el narrador contaba, y se alejaba libre sobre la punta de la estrella, todos comprobaron que “la imaginación es tan poderosa” que predice el futuro y, si es necesario, lo moldea.
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LA SUGERENCIA
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“Sugerir. ¿Será describir?”, se pregunta el aprendiz de narrador oral escénico. “¿Cuál es el secreto? ¿Los matices de brillo que diferencian una perla de otra? Es diáfano entre carbón y diamante. Mas sugerir...” Cuando narre dirá que “el hombre era muy fuerte”. Puede verlo. Palparlo en el cuento. Camina. Respira. Está vivo acá. Pero si lo dice así, tan escueto, tan definitivo, y sigue contando, el público no tendrá suficiente materia prima para imaginar, ni tiempo. Dirá que “el hombre era muy fuerte, porque, siendo alto y sano, había hecho pesas para tener anchas espaldas, piernas resistentes y músculos poderosos”. Pero si lo dice así, tan determinativo, y sigue, el público no podrá crear su propio hombre muy fuerte, sino que, como mucho algunos comenzarán a ver el hombre muy fuerte que él está viendo. Y si dijera que “el hombre era muy fuerte, tanto que hubiera podido de un cabezazo traspasar las montañas”. O que “era un hombre tan fuerte como un elefante enloquecido de sed”. Y si no dijera “fuerte”. Sino que “era un hombre que parecía capaz de detener, con una sola de sus manos, un dragón”. “Un hombre que podía alzar a otros dos como si los pesara en una balanza.” “Un hombre que de un soplo derribaría uno tras otro los robles crecidos en hilera.” Eso resonaba. ¿Qué pasaría? Pero ¿y la concisión? ¿Eran o no concisas esas... sugerencias? Y, sobre todo, ¿qué pasaría cuando comparara al hombre con el dragón, la balanza, el soplo devastador? El aprendiz tomó una decisión. La hizo palabra, voz, gesto. Evocó al hombre muy fuerte y dijo “dragón” y dijo “balanza” y dijo “soplo”. Una multitud de hombres muy fuertes comenzaron a flotar por encima de las cabezas del público, como si numerosas botellas conteniendo genios hubieran sido descorchadas para que brotara el humo moldeable de lo sugerido.
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LA PAUSA Y LA REITERACIÓN
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El narrador oral contaba con adultos un cuento sin edad, se acercaba al final y dijo: “Con tan mala suerte que los monos... los monos tiraron una cáscara de plátano, el elefante la pisó...”. Debía decir: “¡Y se cayó!”. Pero el día no era bueno: discusiones, lluvia y faringitis. Equivocándose exclamó: “¡Y desapareció!”. Con lo que el cuento perdía su sentido, porque el final era que el elefante al caerse comprobaba que no desaparecía, y levantándose respondía animoso a la duda de sus amigos. Cuando el narrador oral se equivocó afirmando: “¡Y desapareció!”, deseó que el proscenio se abriera y lo tragara. Deseó desaparecer. No podía traicionar al cuento, ni a sí mismo, ni al público, ni a aquel recinto, por escénico, sagrado, ni a la circunstancia amorosa, optimista. Hizo una pausa, y siempre mirando a los ojos de la gente, retrocedió hasta el centro del escenario y se detuvo, abrió y cerró los brazos, y con un énfasis de una tristeza lenta, reiteró: “...¡y desapareció!”. Hizo otra pausa, retrocedió hasta el fondo, mientras buscaba ansiosamente una solución y, en el momento en que su espalda tropezó con el mar negro de la cortina, de nuevo abrió y cerró los brazos, con mayor rapidez y amplitud, y con alegría reiteró: “¡y desapareció la cáscara de plátano bajo su enorme pata al caer! Y con su trompa verde se tocó cada una de las patas azules y estaban allí. Y el lomo rosado, y estaba allí. Y las orejas amarillas, y estaban allí. Y se levantó y otra vez comenzó a bailar. Y sus amigos le dijeron: Pero, Guy, ¿un elefante no ocupa mucho espacio y, si se cae, puede desaparecer?.Y él respondió: ¡Sí, un elefante ocupa mucho espacio y, si se cae, puede desaparecer; pero, si quiere, si quiere, si quiere también se puede levantar!”.
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LA INDAGACIÓN / CUENTO ENIGMÁTICO
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El narrador oral reinventa por primera vez un cuento donde un hombre llora encima de una taza de café. Y el narrador se pregunta: “Cuando el hombre al beber café caliente llora sobre la taza, ¿lo hace porque el humo le irrita los ojos?; ¿lo hace para contemplarse, con mayor nitidez, al aclararlo?; ¿o lo hace con el inconfesado propósito de beberse las lágrimas?”.
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LA CREACIÓN
/ EL CUENTO DEL DRAGÓN QUE SUEÑO
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Nunca he padecido de insomnio. Tampoco ahora. Se trata de que no debo dormirme. El dragón del cuento me espera en ese persistente sueño inacabado que cada noche suma nuevos sucesos. La primera vez que lo soñé era una imagen lejana, difusa. Pero una tras otra se ha acercado. Anoche desperté cuando la lengua de fuego del dragón que cuento casi me devora. Y lo que no puedo soportar es la certeza de que, al devorarme, devoraría la voz que lo reinventa.
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martes, 26 de agosto de 2008

EN ESPAÑA, LA NARRACIÓN ORAL ESCÉNICA

EL ARTE ORAL ESCÉNICO DE CONTAR.
Apuntes para la Historia.
FRANCISCO GARZÓN CÉSPEDES (Cuba/España).
CIINOE. ciinoe@hotmail.com

Artículo. Editado originalmente en el Anuario Teatral 2000.
Centro de Documentación Teatral del INAEM.
Ministerio de Educación y Cultura, Madrid, España. 2001.
Se autoriza la difusión sin fines económicos por cualquier medio.
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En diciembre de 2000
*, en Madrid, sobre el escenario de la Sala II del Centro Cultural de la Villa, un espectáculo de narración oral escénica[1] no sólo dejaba sin poder entrar a varios cientos de personas; no sólo se prolongaba con un público adulto y joven durante cerca de dos horas sin que los narradores orales escénicos utilizaran otros recursos que los de la palabra, la voz y el gesto vivos; no sólo se permitía a comienzos del siglo XXI enmarcarse en una cámara negra y en una única iluminación escénica sin más elementos; sino que, además, al contar unos cuentos, realizaba, desde la ortodoxia pero con conciencia, procesos y calidad orales escénicas; lo que, en esencia, la oralidad que narra artísticamente ha hecho desde sus comienzos mismos (aunque sin dimensión escénica), mientras que al contar otros cuentos alcanzaba la oralidad insólita desde la experimentación, pero sin irse ni a la integración de las artes ni a modos teatrales, proponiendo desde lo oral nuevas estructuras para la oralidad y nuevas utilizaciones de las técnicas orales escénicas. ¿Cómo ha sido posible este avance en un arte milenario cuyo desarrollo hasta hace cinco lustros prácticamente se había detenido?
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LA PRECISIÓN TERMINOLÓGICA
ES DETERMINANTE E IMPRESCINDIBLE
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La oralidad como categoría comunicativa ha sido la gran desconocida del siglo XX, y más aún lo ha sido la oralidad artística, y la oralidad narradora artística o narración oral artística. Dentro de la oralidad, la oralidad artística (narración oral artística, poesía oral) es una excepción, porque el prototipo para toda la oralidad no es un prototipo artístico, es la conversación interpersonal cotidiana. Y porque la oralidad en lo que deviene, partiendo de lo conversacional, es en modos orales no artísticos, entre otros, la de la oralidad doctrinaria u oratoria, los de la docente, la difusora, la comercial, la histórica, la terapéutica, la legal.
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Los términos no deben ser utilizados por extensión ni serlo poéticamente en los procesos teóricos, difusores o docentes, a menos que se precise que se utilizan de ese modo. Porque teorizar, difundir o enseñar requiere un lenguaje riguroso y común para que podamos comprendernos y definir, conceptuar y compartir conocimientos, avanzar.
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Actitud que es tanto de lógica elemental como de necesidad científico-técnica. La escena, y sobre todo la escena teatral, comienza a percibir que, dentro de lo escénico, los términos no escénicos deben ser utilizados de acuerdo a la definición que otorga de ellos la ciencia o el campo a que pertenecen y que, por ejemplo, el término “comunicación”, tan empleado en función de los intereses o anhelos de quien lo utiliza más que en su dimensión real ido científica, tiene que responder a cómo está definido actualmente dentro de las ciencias de la comunicación de masas, que es adonde corresponde.
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No es posible, dado el enorme desconocimiento y la confusión generalizados, escribir sobre narración oral artística sin hablar de oralidad, sin hablar de comunicación.
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Y, además, hay que diferenciar con claridad la narración oral que se da dentro de la conversación interpersonal, de la narración oral artística; y, dentro de la oral artística, hay que diferenciar sus tres grandes presencias: la oral artístico comunitaria o tribal, que surgió en las sociedades de oralidad primaria (cuentero); la oral artístico para/con los niños, nacida a fines del XIX y principios del XX en las sociedades de escritura, y que se desarrolló vinculada a la docencia y a la lectura (contador de cuentos o “cuentacuentos” de la corriente escandinava); y la oral artístico escénica, creada en nuestras sociedades de oralidad secundaria (escritura y oralidad audiovisual), extendida desde 1975 por los Talleres de la Palabra, la Voz y el Gesto Vivos, y, desde 1989 por la Cátedra Iberoamericana Itinerante de Narración Oral Escénica
[2], cuyo prototipo es el narrador oral escénico.
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LO QUE CORRESPONDE A UN ANUARIO ESCÉNICO,
EN CUANTO A LA NARRACIÓN ORAL,
ES LA ORALIDAD ARTÍSTICA
ESPECÍFICAMENTE ORAL ESCÉNICA
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Este artículo, por ser un texto breve sobre narración oral para un Anuario Escénico oficial, trata en específico de la oralidad narradora artística escénica o narración oral escénica.
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No puede, por su extensión, profundizar en el hecho de que “contar” o “narrar” es un término genérico, y de que, aunque la representación teatral cuenta o narra una historia, como puede contar la literatura y el cine; y que aunque el actor puede partir de un cuento para hacer cuento teatralizado; todo ello es otra cosa.
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Ni puede por su brevedad referirse a aquellos artistas o eventos inscritos en la integración de las artes (aunque algunos se consideren dentro de la oralidad); artistas o eventos, válidos o no según su calidad ética y estética, donde alguna vez, o no, el inicio fue de narración oral artística y que, aún la incluyen (o no) en parte.
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Tampoco puede mostrar las diferencias entre un narrador oral escénico o conversador escénico, que cuenta humor desde lo oral, y entre un comediante del stand up teatral.
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Subrayo, sí, que así como contar oralmente es anterior a contar literariamente, también el cuentero de la tribu surgió antes que el actor. Y que no puede confundirse la transmisión oral del mito con la representación ritual (ni siquiera cuando el rito representa al mito en vez de que lo mítico esté siendo contado oralmente), porque son procesos muy distintos. Y lo son aunque el narrador oral artístico (ese cuentero tan intuitivo) o el narrador oral escénico (con estudios por años) y el actor utilicen los mismos recursos expresivos esenciales: la palabra, la voz y el gesto.
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Todo lo que hace el cuentero, incluso convertido ya en narrador oral escénico, viene desde dimensionar los recursos de la oralidad conversacional (lo que está demostrado en teoría, técnica y práctica); y no viene, cuando se trata de oralidad artística y no de cuento teatralizado o integración de las artes, del teatro.
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Aún dentro de la brevedad, anotaré, sí, que la oralidad artística, más allá de tener tres grandes figuras, ha sido en el tiempo, y es, una en lo básico. Y sus tres figuras están hoy vivas en unos u otros sitios. Y que en España, desde antes de que llegara la narración oral escénica en 1989 estaban, y están, los cuenteros comunitarios, sobre todo en el ámbito rural; y estaban desde el siglo XX, y están, los contadores de cuentos (designados “cuentacuentos”, lo que equivaldría a decirle a un actor que es un “actúa obras”) de la corriente escandinava; aunque lo que hacen los cuenteros comunitarios corresponde más a la investigación folclórica, o a otras, que a la escénica; y lo que hacen los que cuentan para/con niños tiene sus propios universos de realización en lo docente primario y en la difusión del libro, y tiene en específico artículos en revistas literarias, y eventos en ferias del libro, bibliotecas y centros pedagógicos, centrados (incluidos sus Congresos, y Maratones) en el interés por la literatura para niños y la lectura, y/o por las tradiciones orales y lo comunitario; un interés que muchas veces llega a no aceptar, o a no interesarse en lo oral escénico.
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Por todo esto, el presente artículo tampoco tratará de las formas de oralidad artística no oral escénicas ya existentes en España a la llegada hace doce años de la narración oral escénica. Valga decir que la narración oral escénica, para ser, lo fue en sus inicios a partir de la significación y de lo positivo logrado por toda la oralidad artística hasta entonces. Pero valga decir también que la narración oral escénica, el surgimiento de la oralidad escénica estructurada y definida como tal, y los cientos de talleres impartidos desde 1975 en más de doce países por los que han pasado más de treinta mil personas, sus numerosísimos y diversos eventos, su calidad y repercusión internacional, hicieron como había previsto lo oral escénico y no por casualidad, y ni siquiera por necesidad, que en todo el planeta se comenzara a ver con mayor respeto e interés lo relacionado con lo artístico comunitario (los cuenteros), en unos casos; y que se reactivara, en ocasiones con presencia escénica, lo artístico para/con niños (que ahora sin dejar de priorizar sus marcos de lo infantil, y desde la influencia de lo oral escénico, a veces se extiende hacia otros públicos interlocutores).
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Resultados que han sido un propósito de la narración oral escénica desde que surgió: los de que la sociedad inicie una revalorización de toda la oralidad, desde la conversacional hasta la artística.
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SI NO DEFINIMOS EL TÉRMINO "ORALIDAD",
NO PODEMOS ENTENDER LO ORAL ARTÍSTICO
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Lo que ocurre con el término “comunicación”, ocurre aún más con el de “oralidad”. Desde hace décadas, la antropología más lúcida viene demostrando que la antropología se equivocó durante siglos al estudiar a la oralidad, y que se equivocó porque, al realizarse aquellos estudios en sociedades de escritura, fueron aplicados a la oralidad criterios centristas desde la escritura (y muchos estudiosos siguen en este error), cuando la oralidad (ya sabemos, anterior a la escritura) sólo puede ser estudiada y entendida desde la propia oralidad, desde sus características, leyes y comportamientos milenarios siempre presentes.
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Como anota la antropología, de este centrismo desde la escritura provienen, referidos a lo oral, términos tan desafortunados como “literatura oral”, cuando de hecho, al significar “literatura" etimológicamente “letra, escritura”, es diáfano que existen diferenciadas la oralidad y la escritura, y que los cuentos son de las tradiciones orales, o cuentos orales a secas, o son de la escritura, pero que los cuentos creados oralmente no son “literatura oral”. Y que cuando las palabras de un cuento oral quedan fijadas por la escritura, lo que queda escrito es sólo la verbalidad de una de las versiones orales de ese cuento, y no queda el cuento oral (que son palabras, voz y gestos en comunicación con el otro u otros, vivo y en continua transformación, adecuándose, actualizándose e incluyendo la realidad compartida y/o circundante cada vez que es contado, entre otras cualidades). “Oralidad” es un término que ni siquiera tiene una definición en el diccionario. Y que no debe ser confundido con la simple verbalización, vocalización y gestualización que se produce siempre que alguien habla. La oralidad tiene que ser asumida como el complejo proceso que es. Todo el que dice o habla en voz alta no está dentro de un proceso oral, porque la oralidad es algo muy concreto.
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Los antropólogos, aunque han comenzado a entender la importancia de las ciencias de la comunicación de masas en lo que a la oralidad se refiere, no han sido todo lo precisos que debieran ser en cuanto a definir la oralidad respecta, ni tampoco lo han sido los comunicólogos.
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Para que sea posible entenderme con precisión, daré mi definición de oralidad como comunicólogo (aunque he llegado a ella también desde mi condición de hombre de teatro y desde el poder diferenciar lo teatral de lo oral):
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La oralidad es una imagen hablada (ser humano que está hablando) que establece un proceso de comunicación con uno o varios interlocutores.
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Otra de mis formulaciones es ésta:
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La oralidad es la palabra, la voz y el gesto vivos en comunicadora interacción interpersonal. Y no es únicamente la palabra. O la palabra y la voz. Y ni siquiera es únicamente la palabra, voz y gesto sin la interacción, de quien habla, con el otro u otros.
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Es decir, que si no hay proceso de comunicación, de interacción en el “aquí” y en el “ahora” entre dos, como mínimo, o más interlocutores; que si el proceso cuando alguien habla no trasciende lo expresivo, entonces no existe, no hay proceso oral aunque alguien se esté expresando en voz alta. Que la oralidad siempre es la de alguien con otra o más personas tomadas verdaderamente en cuenta dentro del proceso; que el otro en la oralidad no puede ser un espectador o perceptor, tiene que ser (por unas u otras vías o lenguajes) un interlocutor (o un público interlocutor). Se trata de una definición que parte, como corresponde, de diferenciar lo expresivo de lo comunicativo (ya que, aun que lo comunicativo pase por lo expresivo, la expresividad puede no llegar a la comunicación, a la interacción real, no incluir de modo determinante la respuesta del otro tanto en el proceso como en el resultado). Sobre esto ya he escrito a lo largo del tiempo uno o más libros[3] al proponer y dar cuerpo teórico a la narración oral escénica, y artículos o entrevistas[4].
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Todos en nuestras sociedades occidentales creen y/o afirman saber qué es la oralidad; aunque lo que conozcan sea la práctica oral cotidiana, y aunque errónea e implícitamente piensen que hablar es siempre un proceso oral.
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No obstante nuestros desconocimientos, nuestros errores y nuestras desvalorizaciones como sociedad en esto, la oralidad fue lo que esencialmente nos definió como humanos, por lo que mientras seamos los humanos que somos, la oralidad será, estará. Pero, para que sigamos siendo humanos y ganemos en mayor humanidad, o lo que es igual, en comunicación, imaginación, solidaridad, para que ganemos en calidad real de vida, necesitamos no sólo de la presencia actual, sino del desarrollo de toda la oralidad.
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Y urge una conciencia social mayor acerca de todo lo oral.
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El gran reto humano en el Siglo XXI será encontrar el necesario equilibrio entre los enormes e imprescindibles avances de la ciencia y de la técnica, y entre la urgente profundización de la comunicación humana, interpersonal, directa, irrenunciable, el uno con el otro en el mismo espacio del “aquí” y del “ahora”.
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Vencer en ese reto no es posible sin una comprensión acertada y sin una revalorización de toda la oralidad, y, en mucho, de la oralidad artística.
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El centrismo que sufre la oralidad desde la escritura, lo sufre la narración oral escénica desde el teatro, ya que es éste el referente escénico generalizado, aunque este centrismo va cada vez más en disminución.
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Definir la NOE es decir que:
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La narración oral escénica (con un cuerpo teórico y técnico, y con prácticas y eventos específicos ya por años) es el arte contemporáneo de la palabra, la voz y el gesto vivos entendido como oralidad, y como oralidad artística. Y más estrictamente como oralidad artística escénica centrada en procesos comunicadores orales que narran; y donde lo escénico no lo es en sí; ni es lo escénico estrictamente teatral, sino aquello de lo escénico general que, integrado a lo oral, permita que lo oral artístico tenga una mayor magnitud, precisión, belleza, novedad, riesgo, entre otros valores del arte; y que lo tenga en circunstancias artísticas orales escénicas, en espacios escénicos, y con interlocutores que son público interlocutor.
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La narración oral escénica u oralidad narradora artística escénica es, desde la oralidad, la dimensión contemporánea del antiguo arte de contar; pero es desde la escena, entendido lo escénico como oralidad escénica, la fundación de un nuevo arte oral escénico comunicativo por excelencia (nuevo porque, entre otras razones, nunca este arte había sido definido y asumido en sus posibilidades oral escénicas y no sólo en sus posibilidades oral artísticas, ni definido y asumido diferenciando sus posibilidades orales escénicas del teatro).
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Un arte de la cultura, del espectáculo cultural, y no del de simple entretenimiento (en lo que a veces se quedan algunos de los que cuentan en escenarios). Un arte que, desde 1975, por primera vez en la historia de la oralidad que narra, llevó a la narración oral artística a los escenarios profesionales, y a los grandes y prestigiosos festivales iberoamericanos de la escena, y lo hizo comunicándose por primera vez con un público interlocutor adulto y joven (público al que desde fines del XIX la “corriente escandinava” había excluido como tal de la oralidad artística); todo, estableciendo como arte, otras citas con los niños.
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HA SIDO EN ESPAÑA DONDE LA NARRACIÓN ORAL ESCÉNICA
SE HA CONSOLIDADO COMO ARTE
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La narración oral escénica llegó a España cuando hacía catorce años que había surgido y se había extendido por la América de nuestro idioma, siempre dentro de los marcos de la cultura oficial: marcos de calidad, exigencia, prestigio, profesionalidad y resonancia internacional; como puede verse en los programas impresos por las instituciones (Ministerios, Centros Internacionales y otros de igual prestigio de doce países) que la han programado, y por los innumerables testimonios en la prensa más influyente, pero si bien no surgió en España, es en este país donde se consolidó como arte contemporáneo, donde se han escrito y publicado los libros con su teoría y su técnica, donde surgieron sus Talleres Permanentes de formación profesional, donde por primera vez se han convocado y se da cada año un curso[5] de varios meses de duración con una Universidad (la Universidad Complutense de Madrid), y desde donde mejor se ha irradiado hacia otros países de Europa y del mundo árabe[6], entre otros sucesos.
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Si de oralidad narradora escénica se trata, su desarrollo fundamental nunca ha estado dentro de ámbitos alternativos, aunque los valore.
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En 1989 la narración oral escénica como tal fue programada, a propuesta del Centro Latinoamericano de Creación e Investigación Teatral (CELCIT), en el Festival del Sur (Canarias) y en el Iberoamericano de Teatro de Cádiz.
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En Madrid, entre las primeras presentaciones, las realizadas exitosamente en la Sala Fernando de Rojas (que resultó desbordada de público) y en la de Columnas del Círculo de Bellas Artes. Entre los primeros talleres acá, los impartidos en centros como el propio Círculo y la Casa de América, y en editoriales como Frakson (especializada en magia), en fundaciones como la Sánchez Ruipérez, y en instituciones de docencia artística como la RESAD; para continuar con los años en Universidades como la Complutense de Madrid y la madrileña Carlos III, y en Institutos de Psicología como el de Lenguaje y Desarrollo (ILD), entre otros.
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En 1991 se efectuó la Primera Muestra Iberoamericana de NOE “Contar con Madrid” (en ese primer trimestre hubo Muestras en Canarias, en Alicante, en Salamanca y en la Comunidad de Madrid). En 1992 se celebró, con idéntico éxito, la Segunda “Contar con Madrid”, que estuvo en la Programación Oficial de Madrid Capital Europea de la Cultura y en teatros como la Sala del “Isabel de España” en la Complutense y el Real Coliseo Carlos III de El Escorial. Este arte llegaba además a otros Festivales como el de Teatro Contemporáneo de Badajoz, y continuaba en 1990 y 1991 (y después) en los Festivales del Sur y de Cádiz. En 1992 la narración oral escénica además, en el tercer trimestre, tuvo otra Muestra Iberoamericana, ésta, dentro de la Programación Oficial: del Festival de Cádiz y del Festival de Otoño de Madrid. No fue hasta 1992, cuando se comenzó a contar en un pub madrileño, y después, siempre con mucho público, en el Café Libertad 8; todavía pasaron algunos años antes de que se contara a la vez en varios cafés de Madrid y en otros de provincias, práctica que llega hasta la actualidad. Aunque lo que puede ocurrir en algunos cafés a veces no sea clasificable como narración oral escénica (en ocasiones es una narración oral más dentro de la evolución de la corriente escandinava, en otras es integración de las artes, otras veces no es oralidad sino cuento declamado o teatralizado, en otras es espectáculo de entretenimiento). La Cátedra, por su parte (y quienes se definen como narradores orales escénicos), con su acento en los recintos y eventos escénicos culturales, en todos estos años sigue con sus exitosas Muestras y talleres por casi toda España, entre las más emblemáticas las que hace desde 1994 con la Universidad de León, en el Teatro Albéitar; y con la Fundación de Cultura de Valladolid en el Teatro “Calderón de la Barca”.
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El Centro Cultural de la Villa de Madrid apoyó esta propuesta desde los primeros años; fue en 1992 cuando primero programó, en su Sala II, la narración oral escénica, y así se inició una nueva y decisiva etapa, que llevó a ese Centro desde 1994 la Muestra Iberoamericana “Contar con Madrid” , que en el 2000 tuvo su Décima Edición, y llevó una programación anual estable: Festival del Cuento de Buen Humor, Festival de Jóvenes Contadores Españoles de Cuentos, y otros ciclos y espectáculos que luego van de gira por Universidades, Festivales de las Artes y provincias.
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Arte y no género; oralidad escénica, y no teatro; realidad documentada, coherente. Consistente, reconocida y en desarrollo, y no moda; narradores orales escénicos o contadores oral escénicos contemporáneos de cuentos, y no cuentacuentos, ni cuenteros, ni cuentistas: la narración oral escénica es, como ha sido demostrado en muchas de las citas más importantes de la escena contemporánea para adultos, del Festival Cervantino (1987) al del Otoño de Madrid (1992), del de Teatro Contemporáneo de El Cairo (1996) al Internacional de las Artes de San José (Costa Rica. 2000), un arte contemporáneo capaz de deslumbrar a los adultos y jóvenes, y no sólo a los niños; y capaz, con eficacia y hondura, desde la ortodoxia o desde la experimentación, en muy disímiles circunstancias y desde las más variadas fuentes, y siempre reinventándolas y/o inventándolas, de convertir en arte oral los temas más decisivos y críticos.
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* Este artículo fue escrito por Francisco Garzón Céspedes a petición expresa del Director del Centro de Documentación Teatral del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música (INAEM) del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte de España, y publicado en su Anuario Teatral 2000. El Anuario Teatral 2000, además de responder a su título, testimonió lo más relevante ocurrido en la escena española en la última década del Siglo XX, y el Centro de Documentación Teatral tuvo especial interés en que la narración oral escénica estuviera representada al más alto nivel al lado del teatro y de otras artes de la escena expresiva. Se incluye por sus contenidos, significación, vigencia y trascendencia.
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[1] Garzón Céspedes, Francisco; invitados, entre otros: Martínez Gil, José Víctor; Riera, Sonia; Espectáculo Todo el humor, todo el amor, Centro Cultural de la Villa, Madrid, 1 y 2 de diciembre de 2000.
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[2] CIINOE, Cátedra Iberoamericana Itinerante de Narración Oral Escénica, institución especializada en eventos internacionales orales artísticos, en la docencia oral artística y en la investigación y la teoría sobre la oralidad artística; especializada a la par en el perfeccionamiento de la ortodoxia y en la experimentación insólito modular más contemporánea; con sedes en México D. F., México, y en Madrid, España. La Cátedra en el momento de editarse este libro continúa realizando exitosamente eventos anuales o bianuales en cinco países de dos continentes, entre ellos todos los más relevantes de los que ha fundado en España, y es la institución líder en su campo en el mundo.
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[3] Garzón Céspedes, Francisco. El arte escénico de contar cuentos. Madrid, Editorial Frakson. 1991; Teoría y técnica de la narración oral escénica. Madrid. Ediciones Laura Avilés, 1995; Cuentos para aprender a contar; Colombia, Ediciones Libros del Olmo, 1995.
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[4] Garzón Céspedes, Francisco, “Oralidad, narración oral y narración oral escénica”. Latin American Theatre Review. Kansas, Universidad de Kansas, “Fall” 1995. págs. 69-82; Osoro, Kepa, “F. G. C., la conversación dimensionada en arte”, Madrid, Revista de la Asociación Española de Amigos del Libro Infantil y Juvenil (Abril–Junio 1997), págs. 57-68.
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[5] Vicerrectorado de Extensión Universitaria. Universidad Complutense de Madrid, y CIINOE, Taller de Comunicación Oral y Narración Oral Escénica “Cuentos Orales en la Ciudad Universitaria", Madrid, España, primer semestre 2000.
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[6] Garzón Céspedes. Francisco, El arte (oral) escénico de contar cuentos, El Cairo, Ministerio de Cultura de Egipto, 1996 (traducción de Samir Metwali). Editado para difundir este libro en el mundo árabe con vista a propiciar la formación de un narrador oral contemporáneo; uno de los cinco libros de teoría de la escena iberoamericana elegido por dicho Ministerio para presentarlo, con la presencia de F. Garzón Céspedes como invitado especial, en el Simposio Internacional La Escena En América Latina, El Cairo, 1996.
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