sábado, 7 de febrero de 2009

DOCUMENTO: EL CELCIT EN LO ESCÉNICO HA HECHO REALIDAD LA COOPERACIÓN IBEROAMERICANA E INTERNACIONAL

FRANCISCO GARZÓN CÉSPEDES (Cuba/España)
Discurso.
CIINOE. ciinoe@hotmail.com
Se autoriza la difusión sin fines comerciales por cualquier medio.
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EL CELCIT EN LO ESCÉNICO HA HECHO REALIDAD
LA COOPERACIÓN IBEROAMERICANA E INTERNACIONAL
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·Excelentísimas personalidades del Ministerio de Cultura de España,
de su Instituto Nacional de las Artes Escénicas
y de la Música (INAEM)
·Señora Doña María Teresa Castillo, Presidenta del CELCIT
y del Ateneo de Caracas, y Diputada al Congreso de Venezuela.
·Señores representantes de la Directiva de la Asociación
de Directores de Escena y de la Directiva de la Asociación
de Autores de Teatro de España.
·Entrañables señores Don Atahuallpa del Cioppo
y Doña Raquel Revuelta en representación de todos
los prestigiosos teatristas latinoamericanos que nos acompañan.
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Tal vez pocas veces se haya podido reunir un grupo de hombres y mujeres de la escena de Iberoamérica tan valioso como el hoy presente en la sede de este Ministerio y ante sus titulares.
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¿Qué es lo que en verdad poseen los seres humanos?
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Lo que les pertenece es su conciencia y su prestigio, su lucidez, su sensibilidad y su trabajo. Lo que en verdad vence al azar y a la muerte es su capacidad de creer, de confiar, de amar: Sus acciones creadoras.
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Y es que las acciones creadoras de cada ser humano se integran al quehacer y al orden universal, tanto por lo que significan en sí, como por lo que influyen y propician.
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Cada ser humano es una individualidad del universo, irrepetible e insustituible, pero hay seres humanos que son en sí mismos un universo, desde donde otros parten y adonde muchos confluyen. La acción fundadora de estos seres humanos es vocación y elección. Es un acto de fe que afirma la justicia, la esperanza, la cultura, en suma, lo mejor de la vida.
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Hablo de María Teresa Castillo. Hablo de Juan Carlos Gené, de Orlando Rodríguez, de Elena Schaposnik, y de tantos otros que en cada país hacen factible el sueño bolivariano del Centro Latinoamericano de Creación e Investigación Teatral.
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Y especialmente en este momento en que se cumplen sus veinticinco años de trabajo en América, y especialmente en este Ministerio, hablo de Luis Molina López, Director General del CELCIT, un hombre profundamente manchego y profundamente iberoamericano.
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Y hablo de los miembros todos del Comité Ejecutivo y Asesor del CELCIT y de su Comité Internacional.
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Cuando nació el CELCIT con una decisión integradora en lo escénico de Nuestra América, España y Portugal, no existía la convergencia política iberoamericana que hoy comienza a consolidarse.
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En su vasto campo de trabajo cultural, que tiene que ver con el teatro, pero también con la danza, la pantomima, la narración oral escénica, y, en general, con todo lo escénico, con la literatura dramática y con las artes que se integran a la escena, el CELCIT ha hecho realidad, desde que Luis Molina lo fundó en 1975, la cooperación iberoamericana e internacional.
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Obstáculo alguno detuvo a este Centro: ni la desunión artística encontrada al inicio, ni la escasez de recursos económicos, ni el desinterés de muchas de las instituciones por entonces existentes, ni las dictaduras militares de las pasadas décadas en las fronteras de Nuestra América.
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La casa del CELCIT son América, España y Portugal, su tierra y su cielo infinitos. Y las más prestigiosas instituciones son sus auspiciadores y/o colaboradores. Como es el caso del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y la Música de este Ministerio de Cultura de España que nos acoge y que lo respalda.
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Todo ello al CELCIT le ha permitido hacer y crecer, de Caracas a Madrid, y con Centros Nacionales en numerosos países de América Latina y el Caribe, Norteamérica y Europa. La América de lo escénico y de lo humano ha venido a dar y a recibir a la Península Ibérica a través del CELCIT. Y España y Portugal han dado y recibido en el territorio real maravilloso americano.
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El CELCIT cerró las puertas a la incomunicación y a la desconfianza que encontró en la escena iberoamericana. Cerró las puertas a la competencia mezquina, a las opiniones tendenciosas, exclusivistas y destructoras. Y esto es como afirmar que cerró las puertas al desamor y a la muerte. Y abrió el CELCIT las anchas avenidas iberoamericanas, los caminos luminosos del conocimiento, el intercambio de experiencias, los proyectos comunes, y la amistad, que es siempre convergencia y compenetración humanas.
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Sería interminable nombrar todo lo que ha hecho y hace el CELCIT: los numerosos eventos especiales dentro de reconocidos festivales, los estímulos al talento, la realización de sus propios festivales y encuentros, los proyectos de cooperación que reúnen a instituciones y personas de Iberoamérica, como este actual y grandioso donde los mejores narradores y teatristas latinoamericanos vienen a España con su teatro dentro de las celebraciones del Quinto Centenario.
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Deseo permitirme en este Ministerio y solemne Acto volver a citar dos conocidos criterios acerca del CELCIT, uno americano y otro español.
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El Ministro para la Cultura de Venezuela, José Antonio Abreu, al imponerle a Luis Molina la más alta condecoración de la cultura de ese país, la Orden Andrés Bello en su Primera Clase, afirmó:
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“Con visionaria y moderna perspectiva, Luis Molina supo imprimir a la institución, desde su nacimiento, la impronta de su sólida cultura intelectual y probada vocación continentalista. En este preciso momento, cuando la integración cultural latinoamericana parece convocar un virtual consenso unánime, un aplauso generalizado, justo es reconocer a los pioneros de la causa, a aquellos que, como los hombres del CELCIT, supieron descubrir un nuevo y fulgente rumbo en la concertación de nuestros países, acometiendo con tesón y lucidez, la integración teatral iberoamericana.”
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Y el Director de la Revista Española “Primer Acto”, José Monleón, escribió recientemente:
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“Es imposible reunir en unas líneas cuanto ha significado el CELCIT desde que, en noviembre del 75, se decidió su creación. Raro ha sido el encuentro, la iniciativa, el éxito o la frustración, en el campo de la relación teatral de la comunidad iberoamericana, es decir, de América Latina, España y Portugal, donde no ha mediado el sacrificio, la imaginación y el entusiasmo de esta institución. (...) Porque lo que caracteriza, dignifica y hace del CELCIT y de su equipo rector una referencia decisiva, es el espíritu de solidaridad que encuentra en ellos cualquier iniciativa encaminada a concretar lo que tantas veces se queda en un vacío discurso sobre nuestra comunidad.”
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Sé que el CELCIT es una hazaña y un ejemplo de heroísmo cultural, desatados por un hombre que en los inicios sólo tenía la poderosa sustancia de sus sueños integradores y creativos.
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Por ello hoy le entregamos el Premio Iberoamericano Chamán de Narración Oral Escénica.
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Por ello hoy, y en consonancia con los veinticinco años de trabajo de Luis Molina en América, le reconocemos a nombre de los hombres y mujeres de Nuestra América toda. Por ello hoy proponemos al CELCIT, con el aval de personalidades e instituciones iberoamericanas, para el Premio Príncipe de Asturias de Cooperación 1993. Larga vida al CELCIT. Muchas gracias.
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Discurso de Francisco Garzón Céspedes, Director de la Cátedra Iberoamericana Itinerante de Narración Oral Escénica, en el Ministerio de Cultura de España, Madrid, 14 de octubre de 1992, como culminación de los Actos de Reconocimiento al Centro Latinoamericano de Creación e Investigación Teatral (CELCIT) por los hombres y mujeres de la escena latinoamericana y española en el contexto de la celebración del Quinto Centenario del Encuentro de Dos Mundos; y de entrega al CELCIT del Premio Iberoamericano Chamán de Narración Oral Escénica 1991.
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